A propósito del 12 de enero, fecha del aniversario de la caída de Amaury Germán Aristy y sus demás compañeros, me pongo a reflexionar de todo lo que ese grupo de jóvenes valientes y héroes de nuestra patria, lucharon para que la nación fuera libre, con sentido de humanidad, justicia y solidaridad, donde los más desposeídos puedan tener acceso a todo aquello que la tiranía de Trujillo y luego los gobiernos de Balaguer le habían negado, y me pregunto, si valió la pena que estos muchachos, lucharan como lo hicieron, creyeran en esos ideales tan firmes. Sin embargo cuando veo que quienes sobrevivieron a tan funesta época, no hacen más que renegar de estos valores, que son y deben siempre acompañar a todo ser humano, pero sobre todo y siendo el más importante el de honrar la memoria de aquellos que ya no tienen quien les defienda, aquellos que de estar vivos nunca pasarían factura por todo lo que lograron. Estos sobrevivientes, nunca han tenido el coraje y peor todavía la valentía de la que hacen alarde y menos han tenido la gallardia de relatar todo lo acontecido en esos momentos históricos de nuestra nación, de denunciar a los traidores, de confesar sus errores, prefieren vivir como lumpen del estado por un puesto, claro lo que buscan es poder estar vigentes, siempre han adolecido de aquello que nunca tuvieron y que por demás le sobraba a los héroes caídos, que es amor a la patria, sed de justicia por los más débiles y solidaridad con el dolor ajeno. En respuesta a mi pregunta de si valio o no la pena, yo mismo respond0 que no valió la pena y concluyo diciendo que los sobrevivientes están más muerto que los caídos y no hay peor castigo que el saber que usted nunca estuvo vivo en esta patria de héroes ya fallecidos, valió la pena por los que como Amaury, Virgilio, Ulises y Bienvenido, porque ellos con su valor, coraje y sus principios aun estando
FUERA DE ESTE MUNDO estarán siempre en la memoria de los vivos.